Ilustración sobre inteligencia emocional: una persona discute agresivamente mientras otra mantiene la calma y empatía y está feliz

La necesidad de tener razón y la inteligencia emocional

Hace varios años existían los llamados “carros públicos” (esos que tomabas en la estación después de esperar pacientemente a que se llenara la cuota de pasajeros).

Un día, en el transcurso de un viaje, pasaron frente a una casa donde una niña jugaba. Uno de los pasajeros comentó que la nena era fea y el conductor —que resultó ser el abuelo de la pequeña— le respondió enérgico:

“Retráctese de lo que acaba de decir o lo bajo del carro”.

El pasajero, acalorado y terco, contestó:

“Me bajo, pero la nena es FEA” —enfatizando la última palabra.

El chofer detuvo el carro en medio de la nada y el hombre, caído en desgracia, quedó varado a la orilla de la carretera.

No puedo dar fe de si esta historia es verídica o no, pero lo cierto es que la frase “me bajo, pero la nena es fea” pasó a formar parte del refranero popular. Hoy la usamos para describir esas situaciones en que nos lanzamos de cabeza defendiendo nuestro punto, sin importar las consecuencias. 

¿Por qué sentimos la necesidad de tener razón?

 ¿Alguna vez te ha pasado que te enfrascas tanto en una discusión que, al final, ya ni siquiera recuerdas por qué estaban discutiendo? Al inicio solemos argumentar con lógica y sentido, pero cuando la conversación se desvirtúa, la necesidad de tener razón nos domina.

Una persona con alta inteligencia emocional reconoce cuándo esa urgencia de imponer su opinión proviene del ego, de la inseguridad o del miedo a perder autoridad. En cambio, alguien con baja inteligencia emocional se aferra a la discusión solo por ganar, incluso cuando ya no tiene sentido.

Conductas automáticas que alejan 

Muchas veces nos acostumbramos a ciertos comportamientos que terminan siendo respuestas cuasi automáticas. Como la amiga que apenas comienzas a contarle algo, te interrumpe con lo que “deberías hacer”; o el primo que siempre tiene la mejor idea, el logro más grande o la última palabra.

Lo que no notamos es que querer tener siempre la razón daña la comunicación y genera distancia. En vez de acercarnos, levanta murallas.

La inteligencia emocional en las relaciones cotidianas

Aunque el 95% de las personas cree que son autoconscientes, la investigación de la psicóloga organizacional Tasha Eurich muestra que solo entre el 10% y el 15% realmente lo es. Esto presenta un gran problema porque pensamos que nos conocemos mejor de lo que en realidad nos perciben los demás. Y podríamos estar erosionando nuestras relaciones y dificultando la comunicación sin ser conscientes de ello.

Aquí es donde la inteligencia emocional marca la diferencia:

  • Nos invita a escuchar con empatía, en lugar de imponer.
  • Nos ayuda a regular impulsos para no caer en discusiones sin salida.
  • Nos recuerda que la conexión es más valiosa que la victoria.

Inteligencia emocional: vencer al ego para ganar más

No se trata de dejar de opinar o de defender lo que piensas, sino de aprender a elegir tus batallas con sabiduría. Cuando soltamos la necesidad de tener razón, lo que ganamos es paz, relaciones más sanas y la capacidad de aprender del otro

Según Wikipedia, las personas con mayor empatía reportan más relaciones cercanas, mejor satisfacción vital y menos emociones negativas. ¿Te animas a revisar algunas maneras de integrar la inteligencia emocional en nuestras conversaciones?

Ejemplos de cómo aplicar la inteligencia emocional en discusiones

  1. Respira antes de responder.
    Pausar unos segundos evita que contestes desde la rabia o el impulso.
  2. Haz preguntas en vez de contraargumentar.
    Por ejemplo: “¿Qué te hace pensar eso?” abre espacio a la reflexión, en vez de escalar el conflicto.
  3. Acepta que puedes no tener la verdad absoluta.
    Reconocer: “No lo había visto desde esa perspectiva” no te hace perder, te hace crecer.
  4. Enfócate en la relación, no en el punto.
    Pregúntate: ¿Qué pesa más, mi argumento o la conexión con esta persona? Y desde ahí, exprésate con serenidad y respeto.

 ✨ La próxima vez que estés a punto de decir tu propio “me bajo, pero la nena es fea”, pregúntate: ¿vale más mi argumento o la relación que tengo con esta persona?

Porque a veces, la victoria más grande está en elegir no pelear.

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👉 ¿Te identificaste con esta situación? Comparte en los comentarios qué haces tú cuando sientes que la necesidad de tener la razón está “a punto” de dominarte. ¡Dinos tus tips para manejarlo!

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