Mujer ofreciendo una taza de té con ternura a un hombre enfermo en casa, gesto de amor y compasión.

La compasión en el mundo actual

Una de mis primas perdió a su esposo recientemente y, hablando con ella, me contó que estaba ocupándose de algunas reparaciones de la casa que se habían quedado de lado durante el tiempo que él estuvo enfermo. Voy a entrar en un poco de detalle porque lo que pasó con él nos pasa muchísimas veces en nuestros hogares con nuestros enfermos o personas de edad avanzada.

Él era uno de esos hombres handyman, que siempre andan reparando y resolviendo todo. Entre las cosas que ella me comentó fue que hubo un tiempo en que él no se sentía como él mismo; muchas veces estaba cansado y no podía hacer las cosas que generalmente hacía. Ella no llamó ni contrató a nadie para reparar nada en la casa para no añadir a la frustración de él sentir que no podía hacer lo que siempre hacía. Eso me pareció extremadamente hermoso: el cuidado que ella tuvo para no añadir a su carga.

Y me hizo pensar: ¿somos igual de conscientes con los enfermos que cuidamos? Como cuando hablamos de nuestro enfermo de Alzheimer frente a él, como si no estuviera presente. O cuando los hijos discuten sobre quién debería cuidar a su padre o madre mayor delante de ellos.

¿Qué es la compasión?

Según la Real Academia Española (RAE), la compasión es un sentimiento de ternura y de identificación ante los males de alguien. Entre sus sinónimos encontramos ternura, misericordia y solidaridad.

La compasión es alivianar la carga del otro: cubrir sus errores o deslices, arreglar sus “regueros” sin que se dé cuenta.

Si tu mamá ya no puede cocinar porque deja la estufa prendida, en vez de gritarle o tratarla de “bruta”, ¿por qué no te ofreces a cocinar o llevarle comida tú? 

Decisiones difíciles con compasión

Hay momentos en los que debemos tomar decisiones duras. Por ejemplo, si tu papá ya no puede manejar y hay que quitarle las llaves del carro por su bien y el de los demás.

Es cierto: esas decisiones no serán fáciles, sobre todo si nuestro enfermo o adulto mayor no entiende o no está de acuerdo. Pero siempre podemos buscar maneras de suavizar el proceso.

Un ejemplo: buscar a tu papá y llevarlo cada vez que quiera reunirse con sus amigos. Puede que no sea lo más cómodo, pero es un acto de amor. 

El vínculo entre compasión y amor

La compasión va unida al amor. Sin amor no puede existir verdadera compasión.

Es también una virtud que poco a poco se ha ido perdiendo, y en medio de las exigencias del trajín diario podemos caer -sin siquiera darnos cuenta- en dejar de ser compasivos.

Cuando amamos, buscamos evitar que nuestro ser querido sufra. No significa que no amemos a nuestros enfermos o adultos mayores; pero cuando nos enfrascamos en “nosotros” o en lo que se nos hace más fácil, olvidamos la compasión. 

Pensar en cómo nos gustaría ser tratados

Cuando las personas a nuestro alrededor van perdiendo sus capacidades, es duro verlo. Y como muchas veces, no ocurre de golpe, sino de manera paulatina, puede ser difícil y agotador.

Pero si, con la ayuda de Dios, logramos pensar en cómo nos gustaría ser tratados en esa situación, se nos hará más fácil tomar decisiones llenas de amor y compasión.

 

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