Hay un dicho que reza “las palabras se las lleva el viento”. Mientras más pasa el tiempo, más me convenzo de que eso es completamente falso. Las palabras NO se las lleva el viento y si son negativas, se clavan como un puñal en el fondo del alma. Recuerdo que en las clases de Historia nos hablaban de los indios Caribes; decían que para ir a la batalla ellos untaban veneno a sus flechas, el enemigo moría al contacto pues el veneno entraba en su cuerpo inmediatamente.
Flechas venenosas
Algunas palabras tienen ese efecto: abren una herida profunda y como el peor de los virus, se riega y afecta los órganos internos. Aniquilan la autoestima, descomponen la seguridad y asesinan la alegría. A diferencia de las flechas venenosas descritas arriba, no matan, pero a su paso quedan seres infelices que van por la vida desangrándose lentamente. Algunos no son conscientes de eso hasta que su vida tiene un desenlace fatal, otros luchan como pueden por mantener relaciones y continuar viviendo.
No tragues el veneno
Impedir que te afecte la opinión de personas que estimas y que son importantes en tu vida no es tarea fácil. Es un ejercicio consciente de bloquear información equivocada. Seguramente te gustaría descubrir por qué actúan así, pero no siempre hay razón aparente. Simplemente hay personas que no son conscientes del daño que causan. Si se te hace difícil lidiar con esto tú sol@, considera buscar ayuda profesional.
Si alguna vez te has sentido devastad@ por la opinión que otro expresa de ti, ¡detente! No tienes que tragarte el veneno. Analiza cuánta verdad hay en esas palabras. Las críticas pueden servirnos para identificar deficiencias que no hemos visto, pero si son infundadas o no corresponden a la verdad, no tienes por qué hacerles caso. A veces surgen de la inseguridad y el miedo de quien las dice; corresponden a su verdad, no a la tuya.