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Foto Marguerite Van Geldermalsen

Casada con Un Beduino

Petra, Jordania (Parte II)

Desde pequeño la palabra “moro” (árabe) me intrigaba muchísimo. Los Moros fueron el pueblo que vivió en la Península Ibérica durante más de 400 años. De ellos guardamos muchísimas cosas, desde luego las palabras, todas las comenzadas con “AL” por ejemplo, pero también muchos hábitos y costumbres. Las clases de historia eran siempre un placer cuando era niño. Por un lado los moros eran los buenos, los matemáticos y los sabios pero, por otro, eran los invasores, los asesinos o los brutos. Las Moras, al contrario, eran siempre mujeres lindas y con personalidad fuerte, envueltas frecuentemente en un enorme misticismo. ¿Me gustan o no me gustan los Moros? Cuando tienes 10 años nos es fácil decidirte y esa pregunta se quedaba casi siempre sin respuesta. Ahora me gustan, ahora no me gustan. Y así anduve mucho tiempo.

Más tarde, el interés aumentó. Empecé a identificar tantas pequeñas cosas que heredamos de ellos que no pude parar hasta que no visité algún país árabe cercano. Túnez y Marruecos fueron visitas obligatorias porque es a esos Moros que debo, seguramente, parte de mi tez y ojos marrones. Bueno, los Bereberes, otro pueblo muy valiente del Norte de África, también andaban cerca, puede ser que a ellos también deba cualquier cosa. Puede ser…

Jordania surgió, entonces, en este contexto, como un destino obvio. Por la cultura árabe. Obviamente. Por Petra. Obviamente. Por la pasión por el desierto. Obviamente. Por Marguerite Van Geldermalsen. Obviamente…

Pero ¿quién es Marguerite Van Geldermalsen?

Marguerite Van Geldermalsen es una Neozelandesa que en los años 1970 visitó Petra, como tantos otros turistas. Se enamoró de un Beduino jordano que vendía unas cosas a los turistas y ahí se quedó con él durante toda su vida.

Cuando llegué a Petra quería mucho encontrarla y tuve la suerte y el privilegio de poder hacerlo. El contraste cultural –Nueva Zelanda/Jordania– como en general, cualquier contraste cultural, siempre fueron motivo de interés extremo para mí. Y en la historia de su vida, Marguerite vivió eso de una forma muy intensa e interesante. Mucho más que una historia de amor verdadero, esta historia es una historia de tolerancia y de comprensión.

La encontré en Petra en su pequeña tienda que todavía mantiene con sus dos hijos. Nuestro encuentro fue rápido porque entendí que ella tiene un compromiso con la comunidad local y, supongo, con su marido ya fallecido. Un compromiso de integración. No le gustan las fotos o, cuando deja que le saquemos una, nos pide que lo hagamos rápido. No quiere herir las susceptibilidades de los demás locales y tampoco le interesan los protagonismos baratos. Se ve que conquistó una posición importante en la comunidad y no quiere, legítimamente, perderla.

Decidió compartir su historia en libro porque sintió que era importante demostrar cómo la fuerza de una unión puede ser más que suficiente para traspasar todas las dificultades: lingüísticas, culturales, etc.

Hablé con varios beduinos que me confirmaron su admiración incondicional por Marguerite. Me decían todos, sin dudar, “es una mujer seria” o “ya es una de nosotros”.

Recomiendo muchísimo la lectura de su libro autobiográfico “Casada con un Beduino” o, en la versión inglesa, “Married to a Bedouin” y si tenéis oportunidad no dudéis en visitar Petra. Es lindo.

Por Marguerite, por los monumentos, por el desierto, por todo…

Abrazo,
Vagamundo Portugués

 

Más información:
http://marriedtoabedouin.com/

About Vagamundo Portugués

La sección “De Viaje con Vagamundo” es una colaboración de Vagamundo Portugués, apasionado admirador de Lisboa. Su nombre es Roberto, es independiente y audaz; viaja desde que empezó a ganar su primer sueldo en trabajos de verano, todavía adolescente. Tiene como grandes fuentes de inspiración a los navegantes portugueses del siglo XV que dieran a conocer nuevos países al mundo; al poeta Fernando Pessoa que, tímido y solitario, viajaba a partir de su dormitorio en Lisboa con su enorme poder de la imaginación y a sus padres, por el legado de valores y amor incondicional. Los viajes son una forma de conocer nuevas realidades, nuevas personas y eso ha contribuido en gran medida a su apertura de espíritu y aceptación del otro.

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