Algunos estudios establecen que las fiestas navideñas causan ansiedad, tristeza y depresión en las personas. Es cierto que en esta época asociada con reuniones familiares, alegría y buenos momentos produce mayor ansiedad lidiar con la soledad y la pérdida de un ser querido. Estos sentimientos son normales. No es dañino recordar los momentos agradables compartidos con las personas amadas. Debes estar alerta para no llenarte de amargura, pero tampoco es necesario desterrar completamente los recuerdos.
Estres al obsequiar
Hoy deseo hablar de otro tipo de ansiedad asociada a las fiestas. El estrés de las compras, del gasto desmedido, de la presión de regalar aunque no tengas los medios económicos que solías tener. Mucha de esta ansiedad se basa en no querer aceptar la realidad y vivir de apariencias. Los verdaderos amigos y la gente que te ama sabe. Si perdiste tu empleo o atraviesas momentos de estrechez económica ¿cómo crees que alguno de ellos pretenderá vivir estos días igual que siempre?
Un niño nos ha nacido…
Cuando permitimos que nos afecte la presión social es cuando olvidamos realmente qué estamos celebrando. Celebramos el AMOR. El amor de un Dios que quiso dejar su trono y vivir nuestra humanidad. Celebramos que nos nació un Salvador. Celebramos que, llegado el tiempo determinado, la historia cambió y ya no vivimos sin esperanza.
Si ESE que es Grande entre los Grandes te conoce completamente, ¿por qué te presionas a aparentar lo que no tienes? Acepta la realidad, rechaza las invitaciones que no puedas cumplir sin comprometer tu paz, tranquilidad y presupuesto. Si alguien te aprecia por lo que tienes o por lo que puedes darle, entonces no te aprecia a ti. Aléjate de esos ambientes. Entonces disfrutarás la verdadera NAVIDAD. Esa que sólo envuelve un niño nacido en un pesebre…
Quisiera que la celebración de este acontecimiento llene tu corazón de gozo y paz.
¡Feliz Navidad!