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Año Nuevo en Rio

Rio de Janeiro (Parte I)

Llegar a Río impresiona mucho. La geografía es espectacular. Las montañas alrededor del aeropuerto asumen formas inesperadas y el verde es constante. La humedad es altísima y te confirma que estás en ambiente tropical. Salimos del aeropuerto, cogemos un taxi hasta casa, y con jet lag al top, nos vamos ¡directo a la playa de Ipanema! Parecíamos adolescentes haciendo su viaje de fin de curso…

Pero antes, tengo que hablar del camino. Es imposible dejar pasar las enormes favelas que ocupan grande parte de la ciudad. Para decir la verdad entre el aeropuerto y el centro de la ciudad es solo lo que se ve. O casi. En la pared de una casa de una favela había un grafiti enorme que decía lo siguiente: “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”  Y esa misma pregunta hice a todos los que íbamos en el auto. Las respuestas, como todo hasta ahí en Río, también fueron inesperadas.

Ipanema, Leblon, Copacabana son barrios del sur de la ciudad, normalmente bien frecuentados y donde casi no hay problemas de seguridad.  Como buenos gringos (extranjeros) ahí nos quedamos. Fueran días intensos de descubrimiento. En todo se ve Portugal. Río es una de las ciudades donde más portugueses se instalaron a lo largo de los años, sobre todo en los años 1960. Fuimos al jardín botánico, un bosque inmenso, donde es posible hacer ejercicio, descansar o simplemente apreciar la flora que es variadísima. ¡Para los amantes de la botánica no hay lugar mejor! Subimos al Cristo Redentor para confirmar que la vista, de ahí, es impresionante. Después de mucho negociar con el taxista conseguimos que nos llevara arriba. Sus autos son viejos y no quieren desgastarlos. Y nosotros éramos cuatro… ¡pero lo logramos! Cuando llegamos arriba se apodera de nosotros una sensación de libertad inexplicable y con Cristo ahí al lado, lo mismo para los agnósticos como yo, es difícil no hacer la conexión entre la grandiosidad  de lo que vemos y alguna entidad superior…

Como nunca llevo estas preguntas filosóficas muy en serio, le pregunté a mis colegas si Dios había sido el responsable por la creación de toda aquella belleza y concluimos que sí. Ya lo sé, soy agnóstico, pero ahí arriba, como comprenderéis, no iba a decir que no. Con Cristo tan cerca tuve miedo que me echara de ahí, hacia abajo. La caída sería fatal. Pero después hay el otro lado. Mirar hacia el norte es mirar a una inmensidad de betón, favelas a perder de vista. ¿Y eso? ¿Quién lo habrá creado, pensé?

Bajamos la montaña (o morro como se le llama ahí) bajo una lluvia tropical que cayó de un segundo al otro y al llegar a casa nos pusimos admirando los rayos que rasgaban, grandiosos, el horizonte de este Río de enero… Enero el mes en que los portugueses llegaron a esta tierra en el siglo XVI y fue el mes en que yo la descubrí también por primera vez. Hum, ¿coincidencia?

En los días siguientes bebimos muchas aguas de coco y corrimos por la mañana en el calçadão (nombre que se da en Río al Paseo de la Playa) como buen carioca. Hacer deporte está en el DNA del Carioca, empieza a correr a las 5 de la mañana y a la media noche todavía está en la paya jugando vóley o futbol. Comemos el famoso “pastel”, una especie de empanada riquísima y fuimos a comprar la ropa blanca que nos faltaba para cumplir con la tradición de nuevo año. Nos fuimos todos al shopping, y al final, parecíamos musulmanes en día de peregrinaje a la Meca. Todos de blanco, underware también claro.

A las 11pm salimos de nuestra casa en Ipanema y caminamos hasta la playa de Copacabana donde se juntan 2 ó 3 millones de almas todos los años para apreciar los fuegos artificiales y entrar 7 veces en el agua y pedir 7 deseos como manda la tradición. Lo cumplimos todo y llegamos a casa a las dos o tres de la mañana con el sentimiento de deber cumplido. Interesante verificar la unión de personas de todas las clases sociales en un solo lugar. Mucha gente fumando sustancias ilícitas que te quedas mareado con el olor a hierba…

Pero ¿creéis que la historia se acaba aquí? Pues, no…

Abrazo,
Vagamundo Portugués

About Vagamundo Portugués

La sección “De Viaje con Vagamundo” es una colaboración de Vagamundo Portugués, apasionado admirador de Lisboa. Su nombre es Roberto, es independiente y audaz; viaja desde que empezó a ganar su primer sueldo en trabajos de verano, todavía adolescente. Tiene como grandes fuentes de inspiración a los navegantes portugueses del siglo XV que dieran a conocer nuevos países al mundo; al poeta Fernando Pessoa que, tímido y solitario, viajaba a partir de su dormitorio en Lisboa con su enorme poder de la imaginación y a sus padres, por el legado de valores y amor incondicional. Los viajes son una forma de conocer nuevas realidades, nuevas personas y eso ha contribuido en gran medida a su apertura de espíritu y aceptación del otro.

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