«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.»
Juan 3:16,17
La época navideña se distingue por las fiestas y los regalos. Cada familia se envuelve buscando los obsequios con los que piensa agradar a otros. Muchos toman esa tarea con dedicación, seriedad y esmero. Se disfrutan todo el proceso, no son egoístas. No piensan en los gustos personales o en la capacidad económica que tienen para hacer un regalo sin importar el precio. Sino que piensan en la persona a quien le van a ofrecer el obsequio, sus gustos, sus necesidades, lo que le apasiona, tomando todo en consideración, a fin de que el regalo le sea agradable al otro. Otros lo hacen como una obligación, por salir del paso, sin pensar si a la otra persona le agradará el obsequio y reducen unos momentos tan bonitos a un “simple regalo”. En fin, tan pronto se va la euforia de las festividades, se va también la emoción del regalo que te hicieron, y si fue un regalo que te dieron por compromiso, más rápido se va ese recuerdo.
La alegría de esos momentos pasa rápido, pero no así los momentos difíciles por los que una familia pasa en medio de las festividades navideñas. Esos recuerdos quedan grabados en la memoria por años y años. Ese accidente, esa trágica muerte, queda en la mente, torturando con el dolor a cada familia que ha pasado por esa situación…
Hay una muerte que también será recordada pero a diferencia de un recuerdo con dolor, es un recuerdo de alegría y satisfacción, porque esa muerte fue el final de un regalo a la humanidad, seleccionado perfectamente contigo en mente. No fue un regalo a la ligera, sino un regalo de abundancia y vida plena. Y es que recordamos ese hermoso regalo que nos hizo el Señor al entregar a su único hijo y nacer en un pesebre para que fuéramos salvos.
Fue un regalo inolvidable, tanto para el que lo dio como para el que lo recibe. El regalo del Señor fue uno que se encargó de cubrir todas las áreas. Fue un regalo que costó lo máximo, su propia vida. Pensó en ti y en tu necesidad y quiso cubrirla por siempre, no sólo en Diciembre. Tampoco te ofreció algo que no tenía utilidad y todos, sin dejar a ninguno, pueden recibir ese regalo. Nadie está excluido, la invitación es para todos, recibe el mejor regalo esta Navidad: Jesucristo; porque por Él es la Navidad.
Todas las navidades son epoca de felicidad pero esta esta llena de esperanza. Busco la esperanza de ser yo sin importarme a quien le agrado o no.