«Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando, y qué clase de mujer es: una pecadora.»
Lucas 7:39
Simón, un fariseo, conocedor de la ley, invitó a Jesús a comer a su casa. Estando Jesús allí se le acercó una mujer con un caro perfume y lo derrama sobre los pies del Maestro. Simón aprovecha el momento para poner en entredicho las enseñanzas y lo que Jesús representa. La que estaba sobre los pies del Maestro era conocida como una mujer de dudosa reputación. ¿Quiénes sabían ese detalle? Todo el barrio, nadie ignoraba ese detalle. Así que esta mujer con pleno conocimiento de que todos saben de su vida, ve a Jesús, trae con ella un perfume, se tira a los pies del Maestro, lo derrama sobre sus pies, llora desconsoladamente y con su cabello seca los pies de Cristo.
Dios bendiga a las mujeres que saben detenerse en el camino, reconocer su necesidad y buscar quien les puede ayudar. Es de valientes actuar sin importar lo que puedan decir. En nuestra sociedad son muchas las mujeres que utilizan su encanto y su influencia para lograr lo que se han propuesto hacer. No les preocupa cuánto puede afectar al prójimo lo que quieren lograr, ya sea para bien o para mal. Su fin es conseguir lo que se proponen. Pero cuando la vida las arrincona con acontecimientos desagradables, la misma valentía, la misma entereza desaparece.
No importa dónde las circunstancias de la vida te hayan llevado, siempre hay espacio para retomar el sendero que el Señor quiere que transitemos. Con mucha valentía, levántate, recapacita y reconoce el camino que llevas. Hay alguien que está dispuesto a ayudarte, que quiere lo mejor para ti y daría lo que fuera para que seas feliz. No dejes que las lágrimas empañen tu vista y no puedas ver a esos ángeles que Dios ha puesto en tu camino para ayudarte. Como un tesoro valioso defiende las virtudes y talentos que Dios ha depositado en ti y no los eches a perder por un mal momento.
Tú eres una mujer esforzada que vales mucho. El Señor te espera con los brazos abiertos. Acércate con corazón humillado y Él te orientará en tu caminar. Él es el camino, no es el mejor camino, no es un camino, es el camino. Cada cicatriz en tu corazón quedará para recordarte que una vez, sólo una vez, estuviste en una situación difícil y te levantaste. Ahora vales más, has sido probada y saliste airosa.