«Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí también moriremos. Vamos, pues, ahora y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos: y si nos dieren la muerte, moriremos.»
2 Reyes 7:4
Tomar decisiones es un proceso mentalmente agotador. Por eso muchas veces las personas prefieren quedarse rodeados de la misma situación esperando que se resuelva sola. Muchos prefieren no enfrentar las consecuencias de una decisión tomada. Cuando la decisión produce malos resultados, nos lamentamos, nos castigamos y nos echamos culpas. Cuando todo sale bien, somos los mejores, los que teníamos el control, los que sabíamos qué hacer. Para todo en la vida hay que tomar decisiones. Tú abres los ojos y decides quedarte en la cama o levantarte, una vez te levantas decides si vas a desayunar o no, si te vas a trabajar o te quedas en tu casa. Todo es una decisión.
En Israel había cuatro leprosos fuera de la ciudad. Por su condición ese era el lugar que le correspondía. Se estaban muriendo de hambre pero las condiciones dentro de la ciudad no eran mejores. La gente adentro se estaba matando por conseguir comida. Bajo esas condiciones uno de ellos hizo un análisis de situación; primer paso antes de tomar cualquier decisión. Se dijeron, “estamos fuera de la ciudad con hambre y moriremos, si tratamos de entrar, por el hambre que hay en la ciudad, moriremos también, ahora, si ellos nos perdonan la vida, viviremos”. Como quiera iban a morir.
Conscientes de los posibles resultados, los leprosos deciden correr el riesgo y entrar. ¿Qué estrategias utilizaron para lograr sus objetivos? Esperaron que oscureciera. Una vez corrieron el riesgo y dieron el paso de entrar, se sorprendieron al encontrar que la ciudad estaba desierta. No había NADIE en el campamento sirio y lo mejor, mesas llenas de comida. ¿Por qué el campamento sirio estaba desierto? Dios hizo que el campamento escuchara los pasos de los leprosos como si fueran carros de guerra y pensando que los iban a atacar, huyeron. Así que los leprosos entraron y se sirvieron, comieron y se pusieron las mejores vestimentas
Hay que tomar riesgos, riesgos con consciencia, riesgos basados en el plan que Dios tiene para ti. A la gente que toma riesgos Dios los respalda. Si el resultado no es el que esperabas con igual valentía se enfrenta y se sigue adelante; ya Dios se encargará de ayudarnos, de seguro hay una lección que debemos aprender. Si el resultado es lo que esperábamos o algo mejor, sabremos que en la vida para lograr cosas hay que correr riesgos, si no nunca sabremos qué hubiera sucedido. Movámonos y no nos quedemos en el mismo lugar, seamos agentes de cambio y hagamos que las cosas sucedan.