Si has escuchado la canción “Sería fácil” te resultarán familiares estas frases: “Si no doliera el desamor ni del amigo la traición, sería fácil”, “Si con dormir cambiara todo en una noche”… La canción continua enumerando situaciones cotidianas y termina diciendo “el que no siente su dolor, es sólo por una razón, por que está muerto”.
El que no siente su dolor…
Esto es una gran verdad. Nos gustaría que la vida corriera sin tropiezos y que todo nos saliera a pedir de boca, pero no siempre es así. Hay momentos realmente difíciles, momentos que necesitamos toda nuestra entereza y determinación para salir adelante. Sin embargo, si reflexionamos, en la mayoría de los casos es en esos momentos de dificultad cuando aprendemos más; cuando descubrimos oportunidades y exploramos alternativas que nunca hubiéramos pensado.
“Practicar” la alegría
Es por eso que hoy quiero invitarte a practicar la alegría. Cuando las cosas no salen como deseas, alégrate. Alégrate porque estás vivo y porque tienes tiempo para cambiar los planes y volver a intentarlo. Cuando un amigo te falla, alégrate. Alégrate porque tienes amigos cerca de tu corazón y porque algo aprenderás de esa experiencia. Si nos hieren es porque estamos vivos, pero más importante aun, porque no hemos perdido nuestra sensibilidad.
Cada mañana, renueva tus fuerzas y tu fe. Alégrate porque perteneces al grupo de los que vibran con la vida. Lánzate a vivir este día con intensidad y esperanza. ¡¡Alégrate!!
El tema de la alegría me fascina. No puedo imaginarme a mí sin sonreirle a la vida, no que la vida me sonría a mí. Aunque tenga problemas, dificultades, sinsabores, escasez, enfermedad, pérdida de un ser querido, etc, tengo que pensar positivamente y sopesarlas. Todos tenemos problemas, todos nos enfrentamos cada día a algunas dificultades y situaciones familiares o de otra índole. Y es que somos de carne y hueso, simples mortales, seres sociables, con sentimientos y muchas veces débiles ante las adversidades.
La Palabra de Dios nos invita insistentemente a la alegría, como nos recuerda el Papa Francisco. «Alégrate», es el saludo del Angel a María (Lc 1,28). La visita de María a su prima Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre( Lc 1, 41).En su canto, María proclama: «Mi espíritu se estremece de alegría en Dios , mi Salvador ( Lc 1, 47) . Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan el Bautista exclama «Esta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud».(Jn 3, 29). Jesús mismo se llenó de alegría en el Espíritu Santo»: Les he dicho estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena.»( Jn 15, 11) Y así, encontramos más de cien textos bíblicos en el que la Palabra de Dios nos invita al gozo, a la alegría, en medio de las dificultades. Y esa alegría sólo la da el Espíritu Santo. Jesús nos enseñó a orar y dijo: «pidan y se les dará». Pidamos al Espíritu Santo que nos de la gracia de sentirnos alegres en medio de las dificultades, como Jesús nos enseñó.