“Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.”
Mateo 2:1-2
Cuando tenemos metas en la vida, se requiere tener dirección, enfoque y propósito; tenerlas nos hace sentir que estamos vivos. En el periodo navideño se estila mucho hacer nuestra lista de resoluciones. Nos envolvemos tanto con la alegría que trae esta temporada que nos emocionamos y nos convencemos de que todo lo podemos. Tener esa actitud para comenzar una nueva página en nuestra vida es excelente, no hay mejor momento para hacer un alto y seguir con nuevos bríos. El momento difícil que enfrentamos es cuando leemos nuestra lista anterior y vemos que lo que logramos de nuestras pasadas metas podría ser una o dos cosas y la lista era larga. Eso no debe ser motivo para que nuestra energía se minimice. Posiblemente hubo situaciones inesperadas donde le dimos más importancia de la debida, nos desenfocamos, pensando que por ahí llegaríamos a nuestra meta, para más tarde darnos cuenta que ese no era el camino.
Cuando Jesús nació, los magos del Oriente tuvieron también que redireccionarse. Una vez se dieron cuenta de que el Rey de los Judíos había nacido fueron a adorarle. Su meta era llegar a ofrecerle presentes al niño Rey. Todo el plan perfecto y el propósito para la salvación del mundo estuvo a punto de ser malogrado, todo por un pequeño desvío de los magos hacia el palacio del Rey Herodes. Una vez allí, se dieron cuenta de que ese no era el lugar, salieron y esa vez se dejaron guiar por la estrella en el firmamento. Su sensibilidad espiritual fue ajustada y en obediencia se dieron cuenta que no debían regresar por el mismo camino.
Nosotros también necesitamos salir, reenfocar nuestro camino y seguir, dejándonos llevar por la luz que es nuestro Señor Jesús. Nos ayude Dios y nos capacite para no perder nuestro norte sin importar las dificultades, ni las lágrimas, ni cualquier confusión o dolor en nuestro caminar. Dios siempre ha estado dispuesto y nos provee las alternativas que necesitamos para reenfocar, coger ánimo y volver a caminar. El 2015 ya se aproxima y junto con ello nuevos retos para que, en el nombre del Señor, los enfrentemos con fe y buena voluntad. Ya no se trata de nosotros sino de Él, de adelantar el Reino de Dios en la tierra, somos embajadores de Cristo y haremos lo que tengamos que hacer con valentía y por amor al Señor.