«Natanael le preguntó: –¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió: –Te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.»
Juan 1:48
¿Alguna vez te has sentido observado? Es esa sensación de que alguien, que no sabes quién es, está pendiente a todos tus movimientos. Cuando eso sucede hacemos todo lo posible por hacer las cosas bien. Dar nuestra mejor cara, dar la mejor impresión, proyectar una imagen de seguridad y tranquilidad es la forma automática de proceder. Hay otras veces que te envuelves tanto en tus asuntos que ni cuenta te das que te están mirando hasta que alguien te hace la observación y ahí piensas en todo lo que has estado haciendo. Muchas veces nos enteramos que procedemos de la misma forma ante ciertas situaciones. A lo mejor hemos estado ignorantes ante ese hecho pero esa persona que te ha estado observando lo sabe. Cuando no nos sentimos observados, cuando estamos envueltos en nuestras situaciones ahí es cuando somos al natural: sinceros, nada ocultamos y somos nosotros mismos. Una situación similar le pasó a Natanael o Bartolomé como muchos le conocían, uno de los discípulos del Señor.
Jesús estaba reclutando a los que serían sus discípulos. Uno de los que siguió a Jesús fue Felipe. Este pareció haber encontrado un tesoro e inmediatamente compartió su experiencia con Natanael. Andaban con el que habían estado esperando, del que escribió Moisés y los profetas; con Jesús el hijo de José el de Nazaret. Natanael no conocía a Jesús y la opinión que tenía sobre los de Nazaret no era la mejor y rápido preguntó: ¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno? De la misma forma alguien puede hablar así de ti. Acaso de Puerto Rico, Cuba, México, El Salvador, Jamaica, Islas Vírgenes ¿podrá salir algo bueno? Esa opinión está basada en falta de conocimiento, en alguien que no se ha detenido a conocerte. A pesar de que Natanael opinaba así de los de Nazaret, Jesús lo consideró como uno de sus discípulos porque tenía planes con él. A Jesús no le interesó lo que Natanael pensaba de él. Felipe invitó a Natanael a que viera y conociera lo que había salido de Nazaret. La opinión que tenía Jesús de Natanael era completamente diferente: “Un verdadero israelita”. ¿Qué opinión tiene el Señor de ti? ¿Te sorprende como a Natanael que el Señor te conozca? Pero, ¿de dónde me conoces? le pregunta Natanael al Señor. La respuesta de Jesús fue clara: “Te vi antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera”. ¿Antes de que Felipe me llamara? ¿Cuándo estaba debajo de la higuera? Me imagino que serían las preguntas de asombro de Natanael. Ni cuenta se había dado Natanael de que lo habían visto y que lo habían estado observando.
No importa dónde estés, el Señor te ve y te ha observado; no para criticarte, no para dejarte saber las manías que tienes sino para dejarte saber que Él sabe sobre ti. Que tú no le eres indiferente, que aún cuando más entretenido estés resolviendo todas tus situaciones, Él está pendiente de ti. Él sabe tu dolor, Él sabe tus quejas. Deja que el Señor sane todas tus heridas porque te ha visto cuando estabas llorando en el baño, en el cuarto, en el escritorio, en el carro. Con el Señor no tienes que sentirte observado y poner tu mejor cara, sino ser como eres. Él está de tu parte y tus oraciones han llegado al trono de la gracia de Dios, así que tu respuesta está por llegar. Porque te ha visto…