Si leemos el diario, si vemos la televisión o navegamos por internet, en la mayoría de los casos nos saturan las noticias negativas. Desastres naturales, crímenes, violencia, abusos… ¿Te has preguntado qué puedes hacer para mejorar este mundo? Si piensas que tú no puedes arreglar el mundo, te remito a la cita de Madre Teresa que dice: «A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.» ¡Que gran sabiduría de esta mujer extraordinaria! Si pensamos en el mundo como un todo, con sus cinco continentes y sus 7,000 millones de habitantes, probablemente no podremos alcanzarlos a todos. Pero si pensamos que el mundo está compuesto de muchas partes, si arreglas tu entorno, tu parte de este gran pastel, entonces sí estás contribuyendo a arreglar el mundo.
¡Sí! Podemos hacer algo
Te propongo regalar de ti: tu presencia, tus ideas, tu tiempo. Fíjate que en ningún momento hablé de dinero, ni de bienes, que también hay momentos en que es importante compartirlos, pero nos vamos a enfocar en ti y en tus talentos. En esos dones especiales que Dios puso en ti.
No digas que no tienes nada que aportar porque no es cierto. Busca dentro de ti, estoy segura que hay algo que los demás te celebran: tu forma de ser, tu alegría, tu voz, tu creatividad, tu habilidad para hacer reír, tu ingenio, etc. ¿Que estás haciendo con todo eso?
Dios nos da unos talentos y habilidades no sólo para nuestro beneficio sino también para ponerlo al servicio de los demás. Pregúntate qué te apasiona hacer. ¿Cocinar? Puedes preparar tu especialidad y obsequiárselo a un vecino o llevarlo a alguna reunión. ¿Leer historias, relatarlas? Puedes visitar a algún enfermo o alguien que esté deprimido.
Ofrece tu tesoro
¿No se te ocurre nada? Pues regala tu tiempo. Ofrece cuidar los niños pequeños de alguna mamá sola para que ella pueda “escaparse” a resolver sus cosas, estoy segura que te lo agradecerá.
En este mundo cada vez hay más gente que vive sola. Imagina cuánta alegría recibiría esa tía anciana o tu compañero de trabajo que está convaleciendo, con un ratito que los visites. Cuando ayudamos al otro, nuestra vida adquiere otra dimensión. Tenemos una probadita del cielo. Cuando damos, siempre es mucho más lo que recibimos.
Dios te da talentos y de ellos el más valioso eres tú; compártelo.
Comparte con nosotros tus ideas y experiencias sobre cómo podemos mejorar nuestro entorno y, de paso, nuestro mundo.