Rio de Janeiro (Parte II)
El día siguiente, en un momento de locura adolescente (otro), decidimos ir a Búzios, una colonia de veraneo a unas cuantas horas de Rio. En el camino es digno de notar el control de velocidad que hay en las carreteras de Brasil. Hay centenas de radares y en una parte se puede conducir a 80km/h de repente pasa a 40km/h sin razón aparente. Me pareció, francamente, ilógico pero bueno… ¡Búzios es lindo! Playas casi vírgenes, vegetación densa, un pueblo peculiar. Muchos turistas. Demasiados… Nos quedamos en una linda Posada con vista para la bahía de Búzios y ahí pasamos tres días de puro relax, paseando por la playa y degustando buena comida. Vale la pena ir ahí. Pero recomiendo otro periodo porque en Enero toda la ciudad de Rio de Janeiro se va a vivir a Búzios, al menos es lo que parece…
En el regreso paramos en Arraial do Cabo, otro pueblo con playas lindas y ahí estuvimos una tarde solamente. Ya en Rio, el último día lo pasamos en el Centro de la Ciudad visitando lugares míticos como el mercado de antigüedades, la Confeitaria Colombo (una pastelería centenaria donde sólo la arquitectura interior ya merece la visita) o El Bar do Mineiro, un bar trendy y buena onda situado en el Barrio de Santa Teresa. ¡¡Probar los pasteles de frijoles es mandatorio ahí!! El barrio de Santa Teresa es un must. Con tiendas alternativas, me hizo recordar a Barrio Alto, un barrio de Lisboa donde espero vivir un día. Todo ahí es fotografiable. Tuve la misma sensación que cuando visite Toulouse, en Francia. La gente se mezclaba con el lugar, naturalmente, nada estaba fuera de contexto, no había elementos perturbadores…
Ya muy tarde Catia me llevo amablemente al aeropuerto y no pude dejar de notar que se estableció una relación muy fuerte entre mí y aquella ciudad. A pesar de los problemas, grandes, que la asolan sentí que tenía que volver ahí. Sentí, además, lo que ya me había pasado en Lisboa o Paris, una sensación de “Un día voy a vivir aquí”. Se cumplió con Lisboa y Paris. ¿Se cumplirá con Rio? No lo sé. Lo que sé es que para mí la pregunta que encontré en la pared de la casa en la favela en Rio no se aplica a mí, al menos en Rio. ¿Por qué? Pues, porque no sentí miedo. De verdad, no sentí miedo en Rio. Pero en general, si no tuviera miedo, seguramente cuestionaría mucho más mi sistema de creencias, no me acomodaría, sería menos político y diría mucho más lo que pienso. Tomaría mis propias decisiones y no me limitaría a ser un contribuyente pasivo para la sociedad. Sería mucho más libre, creo…
¿Y tú? Si no tuvieras miedo ¿qué harías?
Abrazo,
Vagamundo Portugués