Hay momentos que deseamos trabajar con tantas cosas a la vez que podemos sentirnos abrumadas. Es como si las tareas se acumularan en una gigantesca pila frente a nosotros y no sabemos por dónde empezar. En el artículo Septiembre, mes de enderezar lo torcido hablábamos de retomar tareas olvidadas y “ponerse al día”; si has decidido poner manos a la obra puedes llegar a sentirte así.
Anota
Toma lápiz y papel (o tu computadora o tableta) y anota todas las tareas que tienes pendiente. No te preocupes por el estilo ni por asignarle orden en la lista en este momento. Escribe todo, hasta la tarea que te parezca más insignificante. Esto te ayudará a organizarte y te evitará gastar tiempo y energía en actividad mental… Invertir largos ratos pensando en todo lo que tienes que hacer y no hacer nada, es la receta perfecta para el desánimo y la frustración.
Ordena
Haz un cálculo aproximado de cuánto tiempo te tomará cada tarea y si una en específico es muy abarcadora divídela en pequeñas fases y asigna el tiempo a cada fase individualmente. El orden que le asignes dependerá de tu manera de trabajar. Hay personas que prefieren atacar las tareas más difíciles primero por si se cansan que ya les queden las tareas de menor envergadura. Otros prefieren ver que en una lista de veinte (20) ya sólo quedan diez (10) tareas pendientes aunque estas sean las más difíciles. También el calendario puede afectar este orden; por ejemplo si necesitas terminar ciertas cosas antes de esa reunión en tu casa. Utiliza el orden que te dé tranquilidad, que realizando una tarea no te incomode el dejar esa otra para el final.
Actúa
Si bien el orden de prioridad se lo asignas tú y puedes modificar la lista cuando quieras, es bueno que tengas un “mapa” para guiarte. El asunto es que no te desgastes mientras permaneces inmóvil pensando cómo salir adelante. Usualmente cuando escribimos las cosas, pierden ese aspecto de ogros que nos intimidan; se vuelven manejables y ya no nos sentimos tan abrumadas.