Perú (Parte II)
Lima se empezó a transformar en mi hogar. Siempre es así. Tengo –pienso- alguna facilidad para adaptarme a un nuevo lugar. Necesito nada más de una lavandería para limpiar mis trajes y camisas del trabajo, de un shopping para alimentar mi sed por la última tecnología a nivel de smartphones y afines, de un restaurante con comida que me recuerde a casa y una buena compañía. Este último punto fue el único que me hizo recordar que mi alma gemela no estaba a mi lado, pero felizmente que hay la tecnología (¡¡¡y los smartphones!!!) para sobrellevar eso…
Hice mi última visita en Lima: el museo del Oro, una colección privada muy variada con piezas de diferentes épocas de la historia Peruana y también de otros países/civilizaciones. Verdaderamente impresionante la cantidad de oro en un solo lugar. La solución para todos mis problemas, pensé resignado…
Después de mucho buscar encontré por fin una agencia de viajes que tuviera tours a medida. Próxima parada: Cuzco y Machu Pichu. Tres días sin parar, agotadores, pero valió la pena. Llegué a Cuzco por la noche y sentí de inmediato el efecto de la altitud (Cuzco se sitúa a cerca de 3 mil metros arriba del nivel del mar). Esa noche la pasé medio mal con falta de aire y algunos mareos pero me habían advertido para eso – ¡hay que aclimatarse antes de empezar el tour por Machu Pichu, señor! Pude tener un overview de Cuzco y me encantó. Ciudad colonial, bien preservada, atrae anualmente centenas de millares de turistas. Con todo el mérito. Inconveniente: se convirtió en una ciudad cara para el turista común. Volveré un día con más tiempo porque hay mucho para explorar ahí. El día siguiente muy temprano seguimos en dirección a Machu Pichu pasando antes por el gran Valle Sagrado de los Incas (conjunto de montañas de dimensión impresionante con diversos pueblos a lo largo del Valle). Visité una asociación local (Awana Kancha) que se dedicaba a preservar las tradiciones ancestrales Incas haciendo demostraciones a los turistas (producción de papas y maíz, extracción de lana de Alpaca y Lama para hacer tejidos, tintorería, entre otros). Proyecto muy interesante de activismo local que se apoya exclusivamente en ciudadanos comunes que viven en los diferentes pueblos cercanos. Su arte textil tradicional no te lo puedes perder. ¡Cómprales algo!
Después de esa parada visité otros Pueblos no menos interesantes: fue el caso de Pisac y Ollantaytambo. Indispensable visitar el mercado local de Pisac donde uno puede encontrar de todo. A nivel culinario también. No pude dejar pasar desapercibido un plato típico de ahí: el Cui. Un ratón o, si uno quiere ser más romántico, un “hámster” que se come asado a la brasa. Te lo sirven entero en el plato, con su cabecita de ratón, sus dientecitos de ratón y su colita de ratón. Todo de ratón… ¡¡¡¡horrible!!!!
En Ollantaytambo, el poblado continuamente ocupado más antiguo del continente americano, visité sus estrechas calles, sus canales que no han variado desde la época Inca y también la Fortaleza. Ahí cogí también el tren de la noche para Aguas Calientes, la ciudad más cercana al Machu-Pichu. La estación de Ollantaytambo es mágica por la noche. Centenares de personas caminan de un lado a otro: unos ansiosos para llegar al Machu Pichu y otros cansados y satisfechos de la aventura que recién terminaban. Salí afuera, donde no había nadie, eran cerca de las 10 de la noche. Miraba a los ferrocarriles y al tren azul súper viejo de Perú Rail que me llevaría a mi destino. Una sola palabra para definir mi estado de espíritu: Ansiedad.
(Continua…)
Abrazo,
Vagamundo Portugués