Sao Tomé y Príncipe (Parte I)
Durante muchos años esta excolonia portuguesa despertó en mí una curiosidad inmensa. La tierra roja, el olor a café, la selva, la gente, la música…
En Portugal siempre decimos que tenemos algo de África en nuestro DNA por el pasado común con tantos países de este continente de gente sonriente y alegre. Y yo no soy excepción. Soy hecho de África y si hay un continente donde no me importaría terminar mis días es definitivamente este…
Sao Tomé y Príncipe es un archipiélago compuesto por dos islas que se sitúa en el golfo de Guinea y tiene como vecinos más próximos a Guinea Ecuatorial y Gabón. También tiene algunas pequeñas islas, los llamados ilhéus, sobretodo el Ilhéu das Rolas, uno de los más bonitos.
Con el fin de la dictadura Portuguesa en 1974, muchas colonias africanas iniciaron su proceso de independencia y Sao Tomé no fue excepción. Con él, muchos portugueses se vieron obligados a abandonar las colonias dejando atrás todas sus pertenencias. Es el llamado Movimiento de los Retornados. A partir de entonces Sao Tomé tuvo que recomenzar la construcción de un país y de una identidad nacional a partir de cero. Reorganizarse, continuar viviendo, básicamente. Pero no fue un proceso fácil. El sistema de “cuasi-apartheid” que se vivía en el periodo colonial no dio a los locales habilidades suficientes y el país cedió a la corrupción y entró en un marasmo sin precedentes: se dejó de producir; las fincas de café y cacao, las escuelas y los hospitales se quedaron en el abandono.
Un local me decía cierto día “si no fuera por la esclavitud que se vivía aquí, prefería volver a los tiempos antiguos”. Le contesté que la libertad no tiene precio y que hemos vivido 50 años privados de ella, ellos más todavía, así que no debemos siquiera imaginar volver a la dictadura. Mil veces pobre que privado de libertad. Y entonces me acordé del día anterior. En plena plaza un grupo de hombres y mujeres danzaban al sonido de una música africana particularmente llamativa. Muchos ya un poco bebidos saltaban, gritaban y cantaban frenéticamente. ¿Por qué lo hacían? Pregunté. Era viernes. Y el viernes por la tarde era el único periodo en que podían abandonar las fincas de producción de café y cacao en el periodo dictatorial. Esta danza era algo libertador. Lo mismo 30 años después. Me quedé colgado a la pared del mercado municipal frente al grupo que continuaba danzado. Todavía hoy busco aquella música en internet pero nunca logré encontrarla. Supongo que es una señal para volver ahí para escucharla de nuevo…
(Continua…)
Abrazo,
Vagamundo Portugués