“Deben renovarse espiritualmente en su manera de juzgar, y revestirse de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se distingue por una vida recta y pura, basada en la verdad.”
Efesios 4:23-24
La naturaleza fue diseñada para que de tiempo en tiempo se renueve. Los árboles dejan sus hojas caer según sea la estación del año, los perritos cambian su pelo poco a poco hasta volver a tenerlo fuerte y saludable. Ellos no hacen un estudio minucioso para saber cuándo es necesario renovarse; simplemente la naturaleza les ayuda en el proceso y ellos no ponen resistencia. Los humanos de igual forma, necesitan renovarse y naturalmente el cuerpo le da señales de que deben hacerlo. A diferencia de los árboles y los perritos, es una decisión que cada individuo debe tomar.
Una de las cosas que más agobia y detiene los planes y metas de las personas es la mente. La llenamos de muchas cosas que no son del agrado de Dios. La utilizamos mal y nos maltratamos cruelmente. El Apóstol Pablo nos enseña y nos recuerda que una vez hemos decidido tener una nueva vida en Cristo, donde le hemos pasado el control de nuestra existencia al Señor, una de las cosas que debemos cambiar es nuestra mente. Ya nuestros pensamientos no deben ser como antes cuando nuestra prioridad no era Cristo. Así que Pablo nos dice, que ya nuestra vida debe distinguirse por ser recta y pura. Donde la verdad sea la que nos dirija. Nuestros pensamientos para el prójimo deben ser pensamientos de bien. Nuestra forma y manera de ver las cosas tiene que cambiar.
Un cambio en la manera de juzgar es de gran beneficio para la vida espiritual. No debemos apresurarnos en hacer comentarios que puedan lastimar a nuestro hermano, antes bien, debemos revestirnos de la nueva naturaleza, la que es a imagen y semejanza de Dios. Si queremos ver resultados en nuestra vida diaria debemos renovar nuestra mente a que sea como la de Cristo. Haciendo esto nos beneficiamos y no nos atrasamos en nuestras luchas diarias. Hay que hacer un alto, evaluarnos y ver si nuestro inventario mental está de acuerdo a lo que Dios quiere de nosotros; si no es así, a renovarnos de una vez. Buena lectura, conversaciones enriquecedoras, música agradable y pensamientos positivos son acciones que debemos realizar y a las que nos debemos acostumbrar para que se queden en nuestra mente y prevalezcan. De esta manera no damos lugar a pensamientos malos y negativos, ni de nosotros y mucho menos de nuestro prójimo.
Que nos ayude Dios a siempre tener la mente como Cristo. Nuestra mejor arma es la oración, así lo podemos lograr.