«Aunque las montañas cambien de lugar y los cerros se vengan abajo, mi amor por ti no cambiará ni se vendrá abajo mi alianza de paz.»
Isaías 54:10
“Estaré contigo a pesar de todo” “Estaremos juntos por siempre” “Sin ti no puedo vivir” “Prometo amarte sobre todo y sobre todos” “Prometo echar a mi espalda tus cargas” “Prometo ser tu paralela, tu coordenada…” “Prometo poner a tus pies los tesoros de mi vida” “Prometo vivir contigo todos tus momentos” “Prometo… prometo… prometo”
¿Acaso te son familiares esas frases? Son palabras que salen de un corazón profundamente enamorado. Esas promesas de amor hechas frente al mar o tal vez en una cena romántica, no se olvidarán jamás. El corazón se agita, el cuerpo vibra y quisieras que ese momento nunca terminara. La verdad es que lamentablemente, a veces ese “Te amo” se va marchitando poco a poco según las presiones y las eventualidades de la vida y se tambalean los fundamentos de esa relación. Muchas parejas sobrepasan esos momentos difíciles y salen al otro lado más fortalecidos, pero otras no corren la misma suerte. Es en ese momento que nos preguntamos: ¿A dónde fueron a tener todas las promesas? ¿Eran sinceras? Las respuestas al por qué pueden ser inciertas y variadas, así que lo más seguro nunca sabremos las razones de lo que sucedió.
El profeta Isaías nos trae una promesa que la debes recordar cada mañana, porque nunca fallará. Tenlo por seguro. Debe ser la fuerza que te motive a levantarte para enfrentar los retos diarios. Tan fuerte es ese amor hacia ti, que hasta las montañas pueden moverse de lugar y los cerros irse abajo pero el amor no cambiará, seguirá estando en el mismo lugar y con la misma intensidad. La promesa que Dios te hace es que no hay ninguna situación que haga a Dios cambiar de opinión y amarnos menos. No hay pecado grande ni chiquito que pueda hacer a Dios reevaluar si es conveniente amarte o no, si salvarte o no. El amor de tu esposo sufre ciertas modificaciones de acuerdo a las situaciones. Un día te ama más si lo consientes en sus caprichos pero otro día te ama menos si no haces la comida como le gusta. Lo que mantiene ese sentimiento son las circunstancias y sube o baja dependiendo los estados de ánimo. Lo que el Señor nos prometió no está condicionado ni descansa en esas cosas efímeras, porque Él es fiel. Dios es un Dios que no cambia, que no se inmuta, Él siempre es el mismo ayer, hoy y por siempre. El pacto que hizo con nosotros fue amarnos por siempre. Puedes descansar en Su palabra porque esa promesa de amor permanece no importa qué.