«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra.»
Efesios 6:1-3
Los diez mandamientos fueron diseñados, en un principio, para que el pueblo de Dios tuviera una sana convivencia y una mejor relación con el Creador. De esta forma, el pueblo tendría conocimiento de cómo conducirse y relacionarse unos con otros. Dentro de todos los mandamientos, el único con promesa se refiere a la relación de padres e hijos. Dios ha escogido a papá y a mamá y te los ha regalado para que hagan de ti alguien con propósito en el Reino. Son ellos los instrumentos para guiarte, educarte y servirte de modelo. En la mayoría de los casos mamá está para mimarte, aconsejarte, enseñarte; y papá para dirigirte y darte las herramientas para enfrentarte a la vida con valentía.
En hogares donde reina la alegría los niños crecen sanos, felices y saludables emocionalmente. A medida que se va creciendo la relación de padre e hijo ya no es la misma; cada hijo sigue su rumbo y los lazos estrechos se van rompiendo. Pero eso no debe ser así; Dios nos manda a que de día en día, nuestros padres sean honrados, es de la única forma que tendremos bendición y nuestros días serán alargados.
Hay promesa de parte de Dios para los hijos que saben valorar a quienes les dieron todo su cuidado y tiempo. Son ellos los que merecen nuestro mayor respeto por noches de insomnio cuando estabas enfermo y por respaldarte cuando tenías dificultades económicas. Se les honra no sólo porque se lo merecen, sino por la posición que ocupan. El solo hecho de llamarse padres tiene todo el valor del mundo. Como ciudadanos podemos no estar de acuerdo con muchas cosas del Presidente de la Nación, pero simplemente por el cargo que ocupa debe tener nuestro respeto. De igual forma, los hijos no determinan si papá o mamá merecen el honor; son padres, por lo tanto, el honor es otorgado. Hijos que no cumplen con esa parte del compromiso no verán la promesa cumplida. Esfuérzate por darle el honor que se merecen y te irá bien; Dios te recompensará.