«Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.»
2 Reyes 4:6
No hay duda de que el único interés que Dios tiene en su creación es darnos bendición sin restricciones. Los únicos que ponemos límites somos nosotros. Siempre hay algo que influye para que detengamos tanta bondad. En este relato se nos presenta una viuda y nos muestra que el desprendimiento de Dios sobrepasó la cantidad de tinajas, que eran los recipientes de tal bendición. Mientras hubo vasijas para llenar, el chorro de aceite fluyó y fluyó, sólo se detuvo cuando ya no había donde guardarlo. Dios siempre da a manos llenas, la viuda no hizo provisión para tanta bendición.
Cuando esta viuda estaba en serios problemas económicos, inmediatamente hizo partícipe a Dios de su situación buscando al Profeta. Sin embargo, lo primero que él le aclara y le pregunta es sobre qué cosas ella tenía en su casa, porque no se trataba de lo que él tuviera sino de lo que ella tenía. En su desconsuelo para que no se llevaran a sus hijos como esclavos ella no veía nada en su casa que pudiera ser útil para pagar a los acreedores. Lo único que tenía era un jarrito de aceite. Donde nosotros no vemos posibilidades, Dios siempre encuentra algo que puede hacer y es justo con lo que tienes contigo. Eso fue suficiente para que el profeta viera una oportunidad de Dios manifestarse, así que sus instrucciones fueron claras. “Busca todos los jarros que puedas conseguir, no pocos”, el profeta sabía que Dios suple sin medidas, ya la puerta de la bendición se estaba abriendo. El profeta no hizo nada, el milagro iba a surgir desde dentro de su casa con lo que tenía disponible. Luego le dice: “Métete en tu casa con tus hijos y cierra la puerta” – es detrás de la puerta, en la intimidad de tu casa que la unción de Dios va a llegar.
Es con lo que tienes que Dios va a trabajar tu situación. La bendición de Dios le llegó al pueblo de Israel con solo una vara que Moisés tenía en su mano, los cinco mil fueron alimentados con cinco panes y dos peces que tenía un niño, la viuda tenía una vasija de aceite y David una onda para vencer al gigante. Dios no necesita grandes cosas, sólo con lo que tienes Él hará. Las alternativas las tienes contigo, la solución está en ti. Antes de que se produjeran todos estos milagros lo que precedió fue una disposición del afectado de hacer partícipe a Dios de su situación. El panorama es el siguiente: Situación complicada sin alternativas a la vista, minimizar las cosas que tienes a tu alrededor, hacer cómplice a Dios de tu situación, encerrarte en tu casa y verás la bendición caer sobre ti y todos los que te rodean.