«Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército; y sabrán los Egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así.»
Éxodo 14:4
Cuando uno lee un versículo como éste la mente humana no lo entiende porque parece contradictorio. El Señor le dice a Moisés que vaya a Faraón y le diga que deje ir al pueblo de Israel, pero a la misma vez, Dios mismo se va a encargar de que Faraón endurezca su corazón. En todo esto hay una razón: “ … y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército”. Dios no está haciendo un juego con Moisés, está creando en Moisés carácter.
Es hora de que los cristianos dejemos de echarle la culpa a todo el mundo de lo que nos acontece, principalmente al Diablo. La mano del Señor está con un plan perfecto para cada uno de sus hijos. La palabra dice que: “… a los míos nadie los toca”. Siempre tenemos en mente un responsable de todo lo que nos acontece. ¿Por qué no levantamos un poco nuestra visión espiritual y nos damos cuenta que Dios puede estar trabajando algo a nuestro favor?
Hacemos responsable a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de trabajo, a nuestros parientes y rogamos al Señor para que Dios los cambie. ¿Realmente quieres que Dios cambie a tanta gente por ti? Hay un camino más corto, Dios está usándolos a ellos para moldear el carácter que quiere de ti. Hay algo que Dios está trabajando para que Él sea glorificado. Hay gente que Dios usa para moldearte a ti. A quien Dios está cuidando es a TI, a quien está puliendo es a ti. Dios quiere sacar lo más preciado; Él quiere obtener de ti una perla de gran precio.
El proceso para obtener una perla de gran valor es arduo y toma tiempo. Un intruso que la irrita, que la incomoda hace que ella se forme. Las perlas se componen de nácar, una sustancia dura, que forma el interior de algunas ostras. Como resultado de un proceso biológico surgen las perlas, pues son la manera en que la ostra o madreperla se protege de partículas que le pueden producir daño. Cuando una partícula se introduce en la ostra produce una irritación, y si permanece ahí el tiempo suficiente, será cubierta con varias capas de nácar, hasta convertirse en una perla. Esa es su forma de defenderse. No hay perla si no entra esa partícula que la hace segregar y segregar más nácar.
Tú eres una perla en las manos del Señor, ¿puedes identificar esas partículas que te están irritando y que hacen que de ti salga una perla? Dale gracias a Dios por ellas, ese es un instrumento de Dios para moldearte… y Dios será glorificado.