«…el Señor les dice: No tengan miedo ni se asusten ante ese gran ejército, porque esta guerra no es de ustedes sino de Dios.»
2 Crónicas 20:15
Muchos han tenido la experiencia de tener un problema que les llega de la nada. Podría ser una cuenta sin saldar o una casa que la policía te allana buscando armas o drogas. El alivio que se siente cuando te dicen que fue una equivocación, que no eres tú a quien buscan, que es a otra persona. Que se equivocaron de casa, de número de teléfono o de identidad. El corazón te vuelve al cuerpo. Tal vez, estás en el otro bando y has expresado: “Yo no quiero estar en los zapatos de Fulano”. Cuando decimos eso es porque el problema que tiene Fulano debe ser bastante complicado a nuestra vista. Nuestra reacción es esperar a ver cómo Fulano resuelve ese asunto, no tomarlo en nuestras manos.
El Rey Josafat estaba enfrentando una situación similar: un pueblo vecino avanzaba en plan de guerra con ellos y él se asustó mucho porque no sabía cómo enfrentarlos ya que sus recursos eran limitados. De pronto el Señor le mandó un mensaje: “…porque esta guerra no es de ustedes sino de Dios”. Uff, ¡qué alivio! Como humanos hubiésemos esperado a ver cómo Josafat resolvía su problema, pero Dios se movió a misericordia y lo alentó, dejándole saber que esa guerra era de Él. Se siente alivio cuando realmente le crees a Dios, cuando crees en tu corazón la palabra que el Señor expresa.
El pueblo tenía que ir a guerra de todos modos, pero ya ellos sabían que ese era un asunto de Dios. Josafat aconsejó al pueblo a creer en Dios y mientras esperaban rindieron culto y alabanza al Señor. Su tiempo de espera no lo utilizaron para buscar estrategias de guerra o conseguir otros recursos, simplemente esperaron en Dios. Una vez más Dios mostró su poder y cumplió su palabra. El pueblo fue a guerra siguiendo las instrucciones del Señor y quien peleó por ellos ganó.
Todos los días nos levantamos en pie de guerra, tratando de luchar contra todo. Recibe el consejo de la Palabra de Dios; recibe el consuelo del Señor como Josafat. Tú tienes quién dé la batalla por ti, no temas. Espera pacientemente en el Señor y Él hará. Mientras tanto haz como Josafat, levanta culto al Señor, adórale, que Él está trabajando en lo tuyo. Probablemente te preguntarán una y otra vez por la solución a tu problema porque todos están esperando ver cómo lo resuelves. Esa presión te hará pensar que hay algo que tienes que hacer y definitivamente sí hay algo que hacer. No te desenfoques, tu lugar es adorar y alabar al Señor mientras esperas que Él dé la batalla por ti.