“Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos. Pero aunque lo veían, algo les impedía darse cuenta de quién era.”
Lucas 24:15-16
El panorama no podía ser peor. Hace dos días que se hablaba de lo mismo y aún era muy difícil aceptar lo que ha pasado. No pueden disfrutar su viaje porque todo ha sido tan complejo, increíble, inesperado y de lo único que pueden hablar es de lo sucedido. Cada palabra que articulan demuestra su desencanto, ya nada será igual. Sus planes, su visión de vida cambia y ahora cargan con un orgullo quebrantado. ¿Y ahora qué? Sus esperanzas estaban en el suelo.
Mientras hay vida hay esperanzas pero si la muerte llega todo se acaba, es lo que humanamente se piensa. Estos son dos discípulos conversando sobre “la primera plana del periódico” si en ese tiempo hubiera diario o sobre “la noticia del día” en los noticiarios. Quien dijo que era la Vida ahora está bajo tierra. Serían los comentarios de los periodistas. El Maestro había estado con sus discípulos durante tres años. Ellos le creyeron, le siguieron, predicaron su palabra y todo para nada, el Maestro estaba muerto. La confusión les cubre su entendimiento. Ya no hay palabras de aliento ni de ánimo. Todo el mensaje que predicaron lo tenían que guardar porque ya no tenía sentido. ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo dar la cara a aquellos que decían que todo era una falacia?
El Señor les dijo que había venido a sanar a los quebrantados de corazón, a liberar a los cautivos, a ser luz, que Él era la resurrección y la vida… pero, un muerto no puede hacer nada de eso. Todo está terminado. Ese era el tema de conversación, la comidilla en todas las calles, aldeas y puntos de encuentro. Su única esperanza había sido sepultada junto con sus ilusiones. Pero en ese camino de angustia y de tristeza Jesús mismo se le acercó y se hace partícipe de su conversación, pues era de lo único que podían hablar. El Señor ya había resucitado y ellos no se estaban dando cuenta, porque algo se los impedía. Exactamente eso mismo nos pasa hoy en nuestras circunstancias. Jesús está más cerca de lo que imaginas y no te has dado cuenta. Tus lágrimas no te dejan ver con quien estás hablando, lo único que puedes decir una y otra vez es la situación difícil por la que estás pasando sin saber que quien está a tu lado es un Cristo resucitado. Te invito a que reevalúes tu situación, no para buscar alternativas y repetir una vez más el momento crítico por el cual estás pasando sino para que te des cuenta que en tu camino de tristeza y desesperanza quien está a tu lado es Jesús. Él es el que cambia ese camino de dolor, por un camino lleno de fe y esperanza, porque Él vive, pues ha resucitado.
este articulo es hermoso justo para hacérselo leer a personas que quiere manejar la vida sin pensar de dejar y entregar todo en manos de jesus que el es el único que puede manejar todo a la perfecion