«Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió ese mal en bien para hacer lo que hoy vemos: para salvar la vida de mucha gente. Así que no tengan miedo yo les daré de comer a ustedes y a sus hijos. Así José los tranquilizó, pues les habló con mucho cariño.»
Génesis 50:20-21
Ten por seguro que tus sufrimientos no están siendo malgastados. Si Dios es dueño y Señor de tu vida, puedes confiar que cada uno de ellos en algún momento cobrará sentido. Cada persona tiene a un vecino, un compañero de trabajo, un profesor o un jefe, que valiéndose de su posición de poder o de ventaja, le ha hecho la vida difícil. ¿Quieres conocer realmente a una persona? Dale poder. Su verdadero YO sale a relucir. ¿Qué piensas que harías si con el pasar del tiempo tienes la oportunidad de tener a esas personas en tus manos?
José pasó por una experiencia como esa. Tenía razones de sobra para crecer amargado, triste y con sentimientos de venganza. Era uno de los menores de una familia grande y sus hermanos no lo querían, se burlaban de él. Impulsados por sentimientos de envidia, coraje y malestar, lo vendieron como esclavo a unos mercaderes cuando su intención principal era matarlo. De ahí en adelante su vida cambió totalmente. Creció con extraños, acusado falsamente de violar a la esposa del Rey y por ende encarcelado. Le interpreta favorablemente un sueño a un amigo en la prisión y surge la esperanza de ser beneficiado cuando su amigo salga, pero éste se olvida de él una vez puesto en libertad. No era de extrañarse si en algún momento se sentía sin esperanzas y desanimado, cada uno de sus sufrimientos tenía nombre. Pero su actitud ante la vida fue otra.
José llegó a ser rey de Egipto. Las cosas cambiaron, ahora estaba del otro lado, tenía en sus manos poder y a sus hermanos de frente solicitando a ese gobierno comida. Él los reconoció de inmediato, se sentó con ellos y se alegró de verlos. ¿Te imaginas lo que pensaron sus hermanos una vez se enteraron que el que vendieron como esclavo, era el Rey y todos estaban en la misma mesa?
Lo único que pudo hacer José con ellos fue bien. Reconoció el propósito por el cual toda su vida transcurrió como fue. Los pensamientos de sus hermanos eran otros, pero Dios estaba utilizando cada detalle para beneficiar a mucha gente, incluyendo a los que le hicieron mal. Ese fue el mensaje de José a sus hermanos. Estaba en sus manos vengarse de todo lo que le hicieron, pero ese no era el propósito por el cual había llegado hasta allí y él lo sabía muy bien. Recuerda, ninguno de tus sufrimientos está siendo malgastado.