«Pero tú no temas, siervo mío Jacob, ni desmayes, Israel, pues mira que yo acudo a salvarte desde lejos y a tu linaje del país de su cautiverio; volverá Jacob, se sosegará y estará tranquilo, y no habrá quien le inquiete.»
Jeremías 46:27
Hay días que parece que todo sale mal. Los problemas se acumulan uno detrás de otro y sentimos que ya no se puede poner peor la situación. Nos frustramos y desanimamos; a veces incluso renegamos y miramos al cielo reclamando una ayuda que no vemos.
El pueblo de Israel vivía inmerso en guerras y combates. A través de su historia experimentó muchas intervenciones milagrosas de parte de Dios. Intervenciones muy concretas en acontecimientos que eran parte de su diario vivir. Como cuando el ejército salía a la guerra, que Yahveh solía dar instrucciones específicas sobre qué debían hacer y cuándo debían atacar. La victoria de Israel estaba directamente relacionada a la intervención de Dios porque, en muchas ocasiones, las condiciones de la batalla eran desfavorables para ellos.
Este texto de Jeremías está en medio de una profecía de muerte y destrucción para otros pueblos; sin embargo el Señor le asegura a su pueblo que Él lo mantendrá a salvo. Esta Palabra se aplica hoy para tu vida. El Señor viene a decirte que Él “acude a salvarte”, que “te sosegará” y “no habrá quien te inquiete”. Cuando sientas que ya no tienes fuerzas, que no deseas seguir luchando, levántate en Fe y reclama esta promesa para ti. Dios te dice “no temas, siervo mío Juan, María, Miguel, Sonia, ni desmayes”. Pon tu nombre en la cita porque esta promesa es para TI. Dios no te deja, no estás sol@, no importa las dificultades que te agobien, Él está al pendiente y acudirá a salvarte. Nada escapa a su control y todo cuanto estás pasando resultará en tu beneficio.
Recobra el ánimo, porque no habrá quien te inquiete…