A veces la vida puede parecer un mar tormentoso, con toda clase de retos. Trae incluidas tormentas, peligro de encallar y hasta algunos “tiburones” podemos toparnos de vez en cuando.
Navegando en mar bravío
Aunque me fascina el mar, no sé nada de embarcaciones, pero me parece lógico suponer que ir navegando con el viento en contra debe ser difícil. Supongo que cualquier capitán preferiría tener el viento a favor la mayor parte de la travesía, pero también es cierto que no cualquier capitán resiste en un mar embravecido y con el viento en contra.
Aprendiendo a navegar
Así pasa también en nuestra vida. Tal vez nos encantaría que pasaran los días sin problemas ni sobresaltos. Que nuestra existencia transcurriera en paz: que nadie se enfermara, que las finanzas fueran bien, que nuestros hijos sean ejemplares, que nuestra pareja… La lista es larga. Esto sería lo ideal, pero todos sabemos que la vida no es así. Además, como los seres humanos somos tan raros tal vez nos aburriríamos viviendo sin ningún tipo de preocupación.
Como decía arriba, no cualquier capitán puede lidiar con una tormenta inesperada y llevar la embarcación a puerto seguro. Entonces, cuando la vida te sorprenda con retos inesperados piensa que sólo así adquirirás la destreza. Que cada cosa que sucede te prepara para algo mejor. Ignora a los “profetas de la desventura” que sólo ven desgracia en cada situación. Tú enfócate y aprovecha esas oportunidades de pulir tus talentos porque te espera un futuro más brillante y prometedor.
Recuerda: Para un buen navegante TODOS los vientos son favorables.