Recientemente participé en una reunión para planificar una actividad. Me invitaron para ayudar a dar un poco de dirección al proyecto. Eran personas a las que no había visto antes, los estaba conociendo en ese momento, pero me di cuenta que estaban “pensando en pequeño”. La actividad en cuestión requería invertir gran esfuerzo y tiempo pero observé que la mayoría de ellos estaban convencidos de que no muchas personas asistirían a la actividad. Entonces, ¿cómo lograr que estuvieran dispuestos a involucrarse hasta el tuétano? ¿Cómo convencerles de invertir horas, esfuerzo, sueño, comodidad y tantas cosas que eran necesarias sacrificar durante esas semanas de trabajo?
Pensar en grande
Esta experiencia me confirmó una vez más la importancia de “pensar en grande”; de apuntar a las estrellas. Aunque mucha gente nos tilde de soñadores e irrealistas, ¡qué sería del mundo si nadie se hubiera atrevido a soñar más allá de lo establecido! Si no existieran personas que desafiaron las creencias de su época –aun a riesgo de su seguridad personal– para probar teorías o embarcarse en travesías que les dictaban sus pensamientos, deseos o convicciones.
Nunca será suficiente el énfasis que se le da al efecto de nuestro esquema mental en los resultados de determinada acción. Es cierto que sin tomar las debidas acciones, ningún proyecto llegará a su fin, pero igual de cierto es que la actitud mental positiva te empuja más lejos. Te impulsa a luchar contra los obstáculos que surgirán y te dará la fuerza para llegar a la meta.
Enfrentando a los Gigantes
Me encanta una escena de la película “Facing the Giants” cuando el entrenador hace una prueba al Capitán del equipo. La prueba consiste en caminar el campo de futbol arrodillado (rodillas y manos en el piso) con un compañero sobre su espalda. En la conversación antes de comenzar, el muchacho dice que puede llegar hasta la yarda 30 y el entrenador le dice que cree que puede llegar a la yarda 50. Luego, le venda los ojos y le pide que se esfuerce al máximo y dé lo mejor de sí.
Cuando el muchacho está a punto de rendirse y dice que no puede más, el entrenador comienza a gritar cosas como “¡Vamos, dame lo mejor de ti!”, “No te rindas hasta que no te quede nada más”, “Sigue adelante, ¡dame lo mejor de ti!” El joven continúa y cuando está a punto de desfallecer, su entrenador se arrodilla a su lado y sigue gritando: “¡Saca toda tu fuerza! ¡No te rindas! ¡Adelante! Sigue avanzando, quiero todo lo que tengas. Sigue, 10 pasos más.” Finalmente y ante el asombro de todo el equipo, el joven llega al área de “touchdown” al otro lado del campo. Cuando el entrenador le quita la venda de los ojos y el chico se da cuenta donde está no lo puede creer. Él y sus compañeros comienzan a llorar del asombro.
Esfuérzate sin límites
Me fascina esa escena porque el muchacho aun antes de empezar ya tenía un límite puesto. Según él, lo más que podría llegar era a la yarda 50. Sin embargo, al estar vendado y no saber por dónde iba, borró las barreras y superó por mucho su límite inicial. También me encanta que el entrenador le “batea” todas las excusas: Cuando el chico dice “ya no me quedan fuerzas”, el entrenador contesta “Entonces, busca más fuerza”. Cuando le dice “Es demasiado difícil”, el entrenador responde “No es demasiado difícil”. El entrenador sabía que el chico podía hacer mucho más.
Te invito a hacer esto mismo, a vendarte los ojos frente a las limitaciones; a no pensar lo que puede salir mal; lo que puede impedirte completar esa tarea… Esfuérzate sin poner límites y podrás llegar a donde nunca imaginaste. ¡Vamos, 10 pasos más!