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Senegal (Parte I)
“La Misión Aventura Solidaria es un proyecto de la fundación AMI (Asistencia Médica Internacional) cuyo lema es ‘Viajar Contra la Indiferencia mostrando el mundo tal como es’.”
Así empieza el video promocional de esta ONG Portuguesa sobre su proyecto pionero en Portugal y que tiene como objetivo principal apoyarse en ciudadanos comunes, que pueden tener o no conocimientos médicos, para a través de ellos, ayudar poblaciones rurales en varios puntos del mundo como en Senegal, Brasil o Guiné Bissau.
Los voluntarios que decidan ir en misión pagan el costo de su estadía, sus pasajes y ayudan monetariamente para la construcción o mejoramiento de alguna infraestructura que la población necesite: una escuela, un centro de salud, un centro para mujeres…
En Abril de 2009 integré la VI Misión Aventura Solidaria con destino a Réfane, un pueblo del interior profundo de Senegal. Esta misión tenía como objetivo construir un centro de maternidad para las mujeres del pueblo. La mayor parte tenía que hacer varios km a pie hasta el centro más cercano o terminaba teniendo los hijos en casa. Varias parteras sin formación hacían el trabajo de parto con todos los riesgos asociados. Además, todo es muy místico en esa región, el ritual del parto debe seguir muchas reglas, algunas de las cuales pueden chocar a cualquier occidental acostumbrado a una sala de operaciones bien esterilizada…
Antes de partir en misión la ONG nos llama para una evaluación psicológica y para presentarnos la logística de la misión. Ahí se da el primer contacto con los demás aventureros. Seríamos 14 en total, 12 aventureros y 2 miembros de la ONG. En el aeropuerto, ya muy tarde, partimos con dirección a Dakar, capital de Senegal, donde llegamos de madrugada. Al comando del avión estaba una de las pocas mujeres piloto de TAP que nos regaló un vuelo sin la más mínima turbulencia lo que para mí significó un regalo doble porque tengo una cierta “fobia” a volar…
Al llegar a Dakar decenas de personas intentan vendernos artesanía y con mucho esfuerzo logramos escaparnos a nuestra van que nos llevaría a Réfane. Ya casi llegando me percaté que ya no había ruta sino caminos de tierra hasta el pueblo. No es posible describir la turbulencia en la van. Todo lo opuesto de mi viaje de avión que recién había hecho.
Al llegar a nuestro campamento todos los niños del pueblo nos esperaban para darnos las bienvenidas. El campamento era enorme, con un área de comida y siesta, otra para las tiendas y una última para los baños. Los baños eran precarios porque no había agua corriente así que la higiene diaria se hacía sacando agua de un bidón metálico con un recipiente plástico. Fue una sensación de libertad indescriptible. La toma de consciencia de que necesitamos tan poco para sobrevivir…
Al final de 3 días nos parecía estar en el campamento hacía 3 meses, era todo muy intenso. Pero quiero contarles todo, como se pasó día por día…
(continúa)
Abrazo,
Vagamundo Portugués
