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Petra, Jordania (Parte I)
El viaje empieza a las 10 p.m. en punto. Es una hora sagrada.
Antes, esclavos del Rey Nabateo distribuyen velas por el camino para servir de guía a los peregrinos. En silencio, peregrinos y escolta, siguen por el Siq abajo y, aquí y allí, se vislumbran sombras de otros guardias reales beduinos que aseguran que la ceremonia transcurrirá sin problemas.
El desfiladero permanece un misterio durante la noche y especialmente durante este momento. Todos los que entran en él pierden invariablemente la memoria a la salida. Ahora, en el camino, es la mejor altura para describir lo que se pasa.
Los guardias se irritan frecuentemente porque varios peregrinos no respetan el local sagrado y quiebran el silencio. Quebrar el silencio es ofender el Dios Duchara. No se puede.
Seguimos, alineados dos a dos, y el viento helado silba a través de las paredes de la montaña en nuestro alrededor. En las zonas más estrechas del Siq es interesante vislumbrar el cielo y verificar como las estrellas, también ellas, se alinean para la ceremonia que está presta a empezar.
Son las 10:30 p.m.
De repente, las velas que delimitan el Siq confluyen en un mar de luz compuesto por millares de otras velas enterradas en la arena y todas iluminan la gran fachada del templo sagrado, esculpido directamente en la roca roja color fuego. Todas las velas están envueltas en papiro milenario que vino especialmente de Egipto. Es el único capaz de protegerlas de las investidas del Shergiya, el viento de Este.
Llegamos al Tesoro
Quizás el secreto del Dios Nabateo sea este. Quizás el “tesoro” sea este mar de luz, un tesoro efímero que renace durante las ceremonias semanales. Quizás…
Sentados en el suelo en alfombras reales, los peregrinos contemplan el templo, contemplan a Dios, y beben té caliente con cardamomo. En los intervalos de la contemplación asisten a un espectáculo de música y canto beduinos. Uno de los elementos toca una especie de flauta mágica que reverbera en el anfiteatro natural y hace que los peregrinos entren en trance profundo…
En la parte final de la ceremonia un monólogo es ofrecido a los peregrinos. Muchos dicen que aquel actor Nabateo es el proprio Dios reencarnado. Pero nadie se atreve a preguntarle. A la salida del desfiladero los peregrinos regresan diferentes, callados, pensativos…
Aquel contacto con Duchara fue especial. Eso significa que los espíritus que hace millares de años habitan en aquel local hicieron bien su trabajo.
Son las 11 p.m. La ceremonia termina.
Después, todavía en el Siq, me olvido de todo…
Petra, 18 de Noviembre de 2009
Abrazo,
Vagamundo Portugués
Más información:
http://www.visitjordan.com/default.aspx?tabid=85
