«Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego le dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa.»
Juan 19:26-27
Bienaventurados son aquellos que en el momento más amargo de su vida pueden contar con un grupo de apoyo. Ese círculo que siempre está ahí para extender la mano cuando así se necesita. Hay gente muy dichosa de contar con su familia como su fuente de fortaleza. Es el grupo más cerca que Dios nos ha regalado para que contemos con ellos y para que nos cuidemos unos a otros. Un hijo mayor que vela por su hermano menor, un padre que aconseja a su hijo profesional, una madre que le enseña valores y principios a su hija, todos esos son actos que no tienen precio y que perduran por toda la vida. La idea es sentirse seguro en ese seno familiar donde se sabe que si algo se pone difícil tienes con quien llorar y pedir auxilio porque de seguro recibirás respuesta.
En el momento en que Jesús está en la Cruz del Calvario entregando su vida por la salvación de la humanidad también contó con el apoyo de su grupo, de su gente. Es nuestra responsabilidad cuidar de los nuestros así como Cristo en su agonía estableció responsabilidades entre María y Juan. De los nuestros nos ocupamos nosotros; no es el gobierno, no es la iglesia, no es la sociedad. Hacemos todo lo que sea necesario para vigilar por el cuidado de quienes amamos y cuando es nuestra madre nuestro esfuerzo es mayor, pues sentimos una mayor estima por ese instrumento que Dios ha usado para darnos vida.
La virtud de ser madre es un galardón que Dios regala. Es ella quien cuida, se desvela, quien sufre y se preocupa por el bienestar de cada uno de sus hijos. Lo mínimo que se espera de un hijo es tenerla bien; que se sienta tranquila, libre de preocupaciones. Los hijos estamos para darles alegrías y satisfacciones a nuestras madres, para cuidarlas y mimarlas. Las madres pueden tener varios hijos pero tú tienes solo una quien merece llamarse mamá. Cuidemos a nuestras madres para que se sientan orgullosas de nosotros.